Casimiro desde el sur.



Casimiro es un nombre propio, y también una palabra compuesta que describe un acto incompleto. Las miradas así como las palabras no solo representan; cada expresión construye y valora un mundo diverso.
Casi-miramos desde el sur, un sur diferente a cada paso.
La marca Patagonia estandarizó un relato totalitario y monotemático a base de exclusión de la diversidad social estética y política de la región y sus pobladores. Instala muchas de las expresiones del pueblo patagónico como objeto de consumo para efímeros visitantes, eliminando la multiplicidad de sentidos que proponen.
Casimiro es un espacio que intenta construir un nosotros posible: otros con respecto a la marca Patagonia; otros con respecto a la estética oficial, otros de almas nómadas que proponen diversas miradas, miradas incompletas de aquello que habitamos a cada paso.


Datos personales

Comodoro Rivadavia-Bolson, Patagonia, Argentina
Voluntades unidas para rescatar, con tintas y luces, de las garras de lo efimero diversos momentos de la vida.

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Musiquita

viernes, 11 de febrero de 2011

Otoño espeso



"Siempre bajando" - Paola Cuevas.
Noches de hojarasca
que se hacen trizas
nos dejan a oscuras

Cielo frío del otoño,
niños correteando,
árboles que dicen

Vuelan gaviotas
casas de chapa,
de puertas abiertas

Camisetas y zapatos
de agujeros negros

Una mujer
de bellos cabellos rojos
que amenazan y amanecen

El rufián de bigotes espesos
como una sopa de puchero
atiende la verdulería

Una niña madre
compra una manzana
y sale mordiendo feliz

Una gitana rubia
con gloria de ojazos de noche
mira por la ventana
entre sábanas colgantes
y colchones apilados


Cruzando niños Maradonas
los malos poetas entran al almacén
en busca de un lastre para sus almas


Ella vuelve con sus bolsas de las compras
y los canallas más escabrosos,
que vienen desde las más diversas procedencias,
la miran con respeto y chamuyan bajito:
hoy juega boca,
hoy tocan los pibes chorros.
y sonríen porque la vida es buena.

Extraìdo del Libro El Prado de la desnudez - Autor: Gonzalo Vera.

jueves, 10 de febrero de 2011

La casa de la infancia

La casa de la infancia la llevo conmigo a donde vaya. La cuido como a mi propio presente. Ella no es algo que paso ni pasará, lo puedo asegurar es más que el tiempo (quizá por eso huele a viejo), y que una casa, porque sus paredes son blandas y deshacen las distancias. Sus cimientos son raíces hundidas en lo profundo de la vida, desde donde me habla, desde donde me recuerda lo que fui, me dice lo que soy y acaso murmura lo que seré.
Es la piedra que me pule.
Es el agua que me lava.
La casa de la infancia sabe más que yo de mi mismo, y no tiene nombre, o en todo caso se llama dulces sueños bajo la parra, mimos de mi madre, juegos inútiles...

Matías Badcock

"El Juego" -  Mercedes Villega




 

Niña Haciendo una casa.

Niña Haciendo una casa.
Mercedes Villega

Tacto


Si mis manos pueden hoy
manchar como el carbón
sangrar color rubí
¿será que pude escribir?


Gabriela Quiliñan



Vértigo



Un precipicio debajo del cual
puede un colchón de flores o
una madera astillada esperarnos
es la hoja en blanco.



Gabriela Quiliñan

Invierno en Bolsón

Invierno en Bolsón
Paola Cuevas

Apátrida

Nada sabe de patrias
el viento
que desguaza las banderas.



Gonzalo Vera, "El prado de la desnudez", Talleres Graficos del Mallin Ahogado, El Bolson; 2008.

Siempre bajando

Siempre bajando
Paola Cuevas

Pendiente

Pendiente
Pablo Soto

Mudo

Cuando se disuelve la expresión

Y se vuelve sombra de la sombra

Viento sobre viento, y marea,

Perfume respirando en el aliento;

Cuando después del amanecer

Amanece torpemente

Ciegamente

Escucho

Las palabras prestas a sucumbir

En el espacio de tu silencio.


El día que aprendí a andar sin manos

Por esos días las mujer de ojos calidoscópicos
y piel de radal había dejado de amarme
y yo andaba deambulando, con las espinas clavadas
aún en el firmamento de sus hombros.
Un amigo habíua hecho un espacio en su casa
para el depósito de mi cuerpo
y mis bolsillos sangraban desempleo.
La vida se me había hecho raíz. Lo que se dice verdaderamente raíz.
Fue en esa época.
Uno de esos días me subía a la bicicleta y salí al pueblo
a comprar papas.
Y en el camino dejé de sostener el manubrio,
anduve cincuenta,
cien metros
crucé el pinar
dos kilómetros sin tocas el manubrio.
Respiré el fin del verano, y pensé que las purtas del infierno
había que golpearlas con la rueda de adelante,
y que entre las raíces había un buen lugar donde quedarse
a vivir para siempre,
un lugar donde no existe la mezquindad, es decir,
el miedo a caerse.


Gonzalo Vera

camino

camino
Paola Cuevas

Bolsas

Yo tengo tantas duda, amigo, cuando me hablan de la luz del alma.
Y en todo caso nadie puede negar(y menos aun las libres de la ruta cuarenta)que la luz enceguece.
Es cierto también que la oscuridad enceguece.
Que estamos en abril,y el viento en la cara enceguece.
Que la lluvia enceguece.
Que el verano enceguece,con sus piedras y sus palabras relumbrando en los ojos.
Que la neblina espesa de los recuerdos enceguece.
Que los gases lacrimógenos enceguecen.
El vino enceguece.
El amor enceguece.
El odio enceguece.
La indiferencia enceguece.
Los golpes en la cabeza enceguecen.
La ausencia de golpes en la infancia enceguecen.
No hay caso mi amigo:
Estar vivo es estar ciego.
Estar muerto no sé.
Lo que sí sé es que hay gente en este mundo que está muerta en vida.
En una vida absolutamente ciega.
Es por eso que dudo tanto amigo.
A mí me habla del alma y pienso en esas bolsas de nylon que vuelan con el viento de abril
Podría pensar en hojas de nogal, pero veo bolsas
que se enredan en los coirones de la meseta,
que quedan enmarañadas en oscuros laberintos
de espinas.
Bolsas sin ojos,bobas bolsas bobas que no guardan nada,
que nada ven, perdidas como están, adiós bolsas, en la eternidad.

Gonzalo Vera

2

Se que esta tarde amarilla
Una sombra ha perdido un brazo
Gracias a la inacabada persistencia del viento
Que más allá cogotea una retama
Y sé que suelta en dicho desgarro
Aquella mutilada sombra
Un agrio tufo a llanura
Que recuerda a tu aliento.
Ya que ostenta tanta crueldad
Tal vez quiera el viento
Generalizar sus masacres
Entonces
Vayan todos los cuerpos sombríos
Marcados por los dientes
Vayan rebotando hasta el mar.
Vayan a ahogarse en las olas
Los fragmentos de todas las sombras del mudo
Que encierran olores a mujeres entrañables.
Que el viento se apiade de los que no ensombrecemos
A nadie
Que carcoma la ternura como tosca de arcilla
Y disperse la voz, la luz y la tarde.

Memoria 2

Temblar
Como tiembla el mar
Tocado por el viento.
Con solo nombrarme
Años después
Podría aparecer
De la única forma en que alguien aparece
Como recuerdo:
Temblando.


Pablo Soto